libro, en efecto, destacan la capacidad divina de intervenir en el instante oportuno para salvar a su pueblo. Enfatiza el libro la grandeza del poder de Dios. Desde la visión inaugural (Is 6:1–13), hasta los mensajes de liberación del remanente fiel (Is 66:5–9), se describe al Dios bíblico rodeado de majestad y gloria –pues sus «faldas llenan el Templo» (Is 6:1)–, y se le identifica como «el Dios Santo de Israel» (Is 1:4; 5:19). Y esa gloria divina está a merced de la gente necesitada y marginada
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